Mère Pauline — Español

Cambiar a contenido. | Saltar a navegación

Herramientas Personales

Español
Navegación

Mère Pauline

Sr Bernadette Durr nous invite à faire mémoire

 

Oración a Nuestra Señora compuesta por Mère Pauline de Faillonnet y recitada por ella todos los días del mes de Mayo 1848

 

Virgen Santa e inmaculada, Madre de Dios, Reina de los Angeles y de los hombres,, le reconocemos como nuestra Reina, nuestra Madre y nuestra abogada junto a Jesús ; venimos a consagrarnos a Usted con todo lo que nos pertenece ; le ofrecemos nuestros bienes, nuestros corazones, nuestra vida, nuestra patria, el mundo entero.

Ô María, que tantas veces ha salvado al mundo, eche todavía sobre él una

mirada favorable.  Lamentablemente, la fe se extingue, la religión se pierde.

¿ Quien nos preservará de los males que nos amenazan ? Solo Usted, ô buena madre, puede obtener el perdón a los hijos culpables. Nos prosternamos a vuestros pies,  sea tocada por nuestros gemidos y  nuestras lágrimas ; acúerdese que el mundo  os está especialmente consagrado;¿ dejaréis vuestra herencia caer en el oprobio ; abandonaréis a vuestros hijos  a la furia de vuestros enemigos ?

No, Virgen Santa, no es en vano que la Iglesia os llama el Refugio de los pecadores, la Consoladora de los afligidos ; Usted nos obtendrá las gracias necesarias, tendrá piedad de nosotros, nos salvará.

Nosotras, vuestras hijas de la Doctrina Cristiana, reunidas a vuestros pies, nos consagramos de nuevo a Usted, nos unamos a todas las almas piadosas que encuentran sus delicias a amarla y honrarla. Será, más que nunca, el objeto de nuestra veneración y de nuestro amor ; será el camino por el cual iremos a Jesús, y por Usted nos vendrá su misericordia.

Enséñanos el buen uso de los bienes y de los males de la vida ; traiga de vuelta  en el camino de la virtud a nuestros hermanos que se extravían, salva a la Iglesia, salva a nuestra querida congregación, salva al mundo; que se vuelva a encender la antorcha de la fe  y dé un nuevo  brillo . Por fin, muéstrase nuestra madre, y que El que quizó nacer de Usted  para ser nuestro Redentor reciba por Usted, nuestras humildes oraciones.